En Inner Nature, la curva femenina se entrelaza con aquella de la naturaleza. “Si abriéramos a la gente, encontraríamos paisajes”. Tomando la frase de Agnes Varda, se podría decir que la fotografía de Sofia son paisajes desplegados, mujeres desplegadas, o todo a la vez.

Sofia retrata aquello que entiende o, tal vez, aquello que trata de entender. Para ello, captura la proximidad y la ternura de la persona que está frente si. El efecto de su obra radica en la conexión que se da con la persona retratada y con el momento mismo. La feminidad, la piel desnuda y la naturaleza son los leimotiv de su corpus artístico, todos ellos atravesados por una fuerte intimidad donde se explora tanto la melancolía como la fragilidad.

La monocroma representación de la mujer está relacionada con una exploración de la identidad personal. Sofía se comprende a sí misma a través la otra. Por ello la fotografía funciona como un mecanismo de purificación y exploración, tanto para la artista como para la modelo. El uso del blanco y negro remarca la idea de atemporalidad así como de intimidad, una forma de que aquel que se encuentra fuera del marco, el espectador, se reconozca emocionalmente.

Aún así, poco más se puede decir de la obra de Sofia porque tal y como ella explica, “la fotografía debe ser sentida, no leída ni explicada”.