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Pieter Vermeersch

Desde su primera exposición en ProjecteSD en el año 2005 la obra de Vermeersch ha evolucionado a través de una sólida, inquebrantable y concentrada visión artística. Luz y color, tiempo y espacio y la intersección de estos elementos intangibles son las nociones que el artista ha venido explorando desde los inicios de su carrera a finales de los años 90. Una búsqueda artística que continúa, fluyendo y expandiéndose a través de la experimentación en nuevos materiales. Las obras murales de Vermeersch siguen creciendo y desarrollándose, envolviendo y subvirtiendo el espacio. Bien concebidas para espacios expositivos neutros o adaptadas a espacios o estructuras arquitectónicos preexistentes, las amplias pinturas murales y las instalaciones juegan un papel esencial en la práctica artística de Vermeersch. Su bien conocida paleta efímera y su delicada combinación cromática son el resultado de la particular percepción y reacción del artista a cada espacio dado.

Las obras murales y sus óleos sobre lienzo, que coexisten en su práctica no siendo posible una parte de su obra sin la otra, se complementan con sus trabajos más recientes sobre mármol. Enfrentado a las capas geológicas acumuladas en estas rocas, Vermeersch decide realizar una acción sutil y modesta, un simple toque de su pincel sobre la piedra que él trata como una “imagen”. Una imagen del tiempo, tan inaprehensible e inrastreable como sus “murales degradados”. Vermeersch lee la calidad caleidoscópica del mármol para reactivarla, dejando una marca, desarmadora en su brevedad, sobre un corte del tiempo.

La quinta muestra de Pieter Vermeersch en ProjecteSD es, en cierta forma, una síntesis de su práctica actual. Una vez más, el artista reacciona al contexto espacial de la galería concibiendo dos grandes pinturas murales que cambian y transforman la percepción y dimensión de la sala. Estos dos muros continuos, ingrávidos, de tonos dorados y plateados son flanqueados por tres lienzos rojizos de gran formato que casi actúan como un tercer mural. La altura y verticalidad de estos óleos, se oponen a la generosa amplitud y calidad casi paisajística de los dos murales. En contraposición a estas piezas, una estructura mural de ladrillo blanco construida en ángulo, se alza en el centro de la galería. Una disrupción deliberada, atrevida, que es utilizada por Vermeersch para insertar una disonancia, un elemento de cierta tosquedad, un giro en el espacio que acentúa la asimetría de toda la instalación. Una serie de nuevas obras sobre mármol de varios formatos y calidades se integran en la instalación en un intento de sobrepasar el ámbito de la “pintura” para entrar, en cierta forma, en el territorio de la “escultura”. Dos dimensiones evolucionando para convertirse en tres, tres fundiéndose de nuevo en dos.

La exposición de Vermeersch quizá debería ser percibida como una sola entidad, un espacio por el cual el visitante deambula, para sumergirse en la metamorfosis pictórica de Vermeersch, perfectamente inacabada, casi en desaparición.

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25 APR 2024