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Galería Miguel Marcos

Carlos Franco

Canta el sauce

Dijo el filósofo griego Aristóteles: El objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior.

La obra que Carlos Franco presenta en la Galería Miguel Marcos a partir del próximo 10 de mayo, bajo el título Canta el sauce, induce al espectador a realizar un viaje introspectivo, a través de una temática aparentemente heterogenia, pero con la condición humana como sutil hilo conductor de distintas situaciones, unas reales y otras apócrifas.

Después de su anterior exposición Ecos Revertidos (septiembre-octubre-2013), en la que la fuerza del color de sus cuadros era el elemento vital que captaba la atención del espectador, insistiendo en mantener su “maniera de registrar lo visto”, una clara evocación al manierismo barroco, en Canta el sauce, sin olvidar la figuración que le caracteriza, la recurrencia a los temas que implican el atavismo individual, y el estudio de los símbolos del inconsciente colectivo, siendo los motivos mitológicos y alegorías ilusorias el nexo principal de unión, el artista propone un viaje a través de la fuerza que la Naturaleza ejerce sobre la vida, junto con la soledad del protagonismo del ser humano. Una muestra que invita a pensar en una esencia crítica de la obra, que de forma inconsciente emite una sensación de inquietud.

En su reivindicación por el Ecosistema, por la existencia que se genera del mismo, y que la condición humana, a través de la prepotencia que le proporciona el desarrollo intelectual y las nuevas tecnologías, pretende hacer sucumbir a su voluntad, el artista presenta paisajes abigarrados y densos, sin culto a la nitidez ni a la contemplación bucólica, donde el ser humano está rodeado de un ambiente hostil, representado por manchas de color homogéneo, dentro de ese adoración particular que siente por los colores, figuración poco definida pero perfectamente explicita, pincelada vehemente, ágil dentro de una composición compleja en su visualización, casi rozando la abstracción, y equilibrada en su plasmación.

En referencia al ser humano, sea hombre o mujer aunque en este apartado, son las féminas las que dominan el contexto, Carlos Franco retorna a la mitología, esa que le permite a través de las imágenes ir llegando poco a poco a una significación por si misma, que ilustra ritos y encarna la filosofía, la ciencia y la mística, para ofrecer unas piezas de planteamiento atrevido y contemporaneidad absoluta. Una figura muy determinada y acusada, voluptuosa y llena de sensualidad, en su representación más intrínseca de la fertilidad, domina el centro de una obra alegre, vital y optimista, no exenta de invectiva, en contraposición con lo citado anteriormente. Una paleta plagada de luz brillantez y espontaneidad, a través de un dominio del dibujo, tangible en todas sus creaciones, pero perfectamente concluyente en estos trabajos, configura una temática de reivindica la mujer, y su capacidad de generación y regeneración, dentro de un contexto de aislamiento no exento de incomprensión.

Una exposición en la que se aprecia una tarea ardua y laboriosa, meditada, en la que la crítica implacable y la exigencia pictórica siguen alcanzando altos niveles, sin obviar la poca confianza del artista en entender la realidad en sí misma, y que le sigue llevando a un pensamiento atormentado.

CARLOS FRANCO (Madrid, 1951), empieza a pintar en la década de los 70, dentro de la confluencia de la Nueva Figuración Madrileña. En la década de los 80 junto con otros artistas, contribuye a renovar la pintura española. Siente atracción por motivos simbólicos, la mitología clásica y el inconsciente, así como por los grandes maestros del pasado como Delacroix e Ingres, experimentado con la yuxtaposición de imágenes y la voluptuosidad del color.

Ha cultivado diversas técnicas artísticas, y en la actualidad se le considera como uno de los pintores de más prestigio a nivel nacional, con obras en importantes colecciones.

Entre sus proyectos más ambiciosos, destaca la decoración de la fachada de la Real Casa de la Panadería en 1989, situada en la Plaza Mayor de Madrid. Sus pinturas han viajado por museos de distintos países como Panamá, Colombia o Brasil a raíz de una muestra itinerante organizada en el 2004 por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior. En el 2007 el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía organizó una muestra del conjunto de su obra gráfica para ser expuesta en el Monasterio de Silos de Burgos.

Su obra forma parte de museos y colecciones públicas como Artium Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo (Vitoria), Colección Los Bragales (Santander), Colección de Arte Contemporáneo “La Caixa” (Barcelona) o MNCARS Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid).

 

 

 

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26 APR 2024